miércoles, 12 de septiembre de 2007

RIP UCR

Lo ocurrido en Santa Fe marca la definitiva extinción del radicalismo como alternativa política en esta provincia.
Por fin, los dirigentes consiguieron lo que querían, esto es, destruir este centenario partido.
Cuando la mayoría decidió conformar el frente con el socialismo, un grupo que no pudo conseguir el pago que querían por sus servicios, decidió plantear a la sociedad su decisión de constituirse en radicales auténticos y tratar de beneficiar al justicialismo dividiendo los votos de la oposición. ¿ Cuanto pagó el peronismo santafesino por este servicio ? Algunas cifras se mencionan pero pruebas no hay.
Sin embargo, el candidato del frente estaba instalado de una manera que quienes se dicen auténticos no conocerán jamás, porque la sociedad ya los estigmatizó como mas de lo mismo. Como mercaderes de la política, o lo que es peor, como mercenarios de la política. Y así les fue.
Con un porcentaje absurdo de votos, pasaron sin pena ni gloria por la elección provincial, y cuando el Comité Nacional dispuso la intervención para intentar normalizar las estructuras, la corrupta y por todos conocida sirviente del oficialismo de turno ( sea cual fuere) jueza electoral Servini de Cubría, vino en auxilio de estos mercachifles. En alguna época hubiera dado vergüenza que esta jueza desprestigiada nos diera la razón a nuestros planteos. Hoy Cáceres exhibe esa sentencia como si fuera el leading case que va a permitir transitar el siglo XXI con un radicalismo pujante y alternativa de gobierno.
Los radicales ya ni siquiera sentimos vergüenza. Sentimos cansancio
Estamos cansados que a nivel provincial, regional o local los que pierden elecciones porque privilegian sus intereses y ambiciones personales por encima de las de la sociedad, no se hagan cargo nunca de nada, y apelen después a la mística radical para intentar aglutinar los pedazos y disimular su total incompetencia en el designio inconmensurable de fuerzas sobrenaturales. Hacen las elecciones que hacen porque son quienes son, y la sociedad ya los conoce.
Podría intentarse una recomposición, pero de solo pensar en una asamblea donde aparezcan nuevamente los Cáceres, los Millet, los Zuza, los Bonetto, por mencionar solo los dirigentes provinciales, y junto a ellos los caudillos y dirigentes locales, incapaces de tener una idea, porque su única capacidad es para tratar de hacer realidad sus deseos de ser candidatos, sin considerar si les da el piné para esos sueños, hace que esa potencial asamblea se vea como algo insalubre, y una situación a la que muchos no estamos dispuestos a seguir tolerando. Ni en la provincia ni en nuestros propios terruños.
Si nadie asume los errores, si ninguno está dispuesto a dar un paso al costado y dejar que nuevos dirigentes traten de resucitar el muerto, entonces, hagamos silencio.
Tal vez ha llegado el momento de abandonar la estructura partidaria. Seguiremos siendo radicales, pero la Union Cívica Radical, definitivamente, ha dejado de existir.