domingo, 10 de abril de 2011

Información, Propaganda y Lavado de Cerebro

Todos los gobiernos tienen siempre serios problemas con los medios de difusión. Algunos porque piensan que ninguno los elogia lo suficiente. Si están haciendo todo bien ¿ Porqué los critican?
Otros, porque piensan que acallar los medios les asegurará la impunidad.
Genaro Carrió, en su libro “ Notas sobre derecho y lenguaje” describe con claridad meridiana este comportamiento cuando al caracterizar los diversos usos del lenguaje, se refiere al lenguaje descriptivo, como aquel que sirve para mostrar una realidad con aserciones que podemos considerar verdaderas o falsas ( el lenguaje científico, por ejemplo ) y al lenguaje emotivo, como aquel donde se utilizan ciertas palabras que despiertan intencionalmente en el oyente reacciones de simpatía o rechazo. “ Libertad”, “ Democracia”, “ Fascismo” “ Oligarquía”, son algunas de las palabras que se usan no para darle precisión al relato, sino para forzar una reacción de nuestro interlocutor.
Los medios de difusión le dan otra vuelta de tuerca a esta utilización cuando además usan el lenguaje emotivo con ropaje descriptivo, esto es, tratan de describir la realidad usando expresiones a sabiendas que provocarán en el receptor ciertas reacciones. Resulta interesante analizar lo que recibimos de los medios teniendo en cuenta estas simples consideraciones, y en lo que recibimos juegan también nuestras propias subjetividades. Oímos y vemos, lo que queremos ver y oír, y nos negamos a recibir lo que no se ajusta a nuestros prejuicios.
El gobierno nacional, por razones que nunca terminaremos de saber, decidió en un momento dado, convertir en su enemigo a quien fuera su principal aliado: El grupo Clarín. Y ha conseguido instalar en el imaginario popular la idea de que Clarín miente, lo cual es una verdad a medias. Clarín miente como cualquier otro grupo periodístico dependiente de intereses económicos diversos. En mi caso, nunca compré Clarín, pero me resultaba obscena la forma en que desde el 2003 al 2007 defendía a ultranza cualquier medida que tomara el oficialismo. A partir del 2008, a los oficialistas les resultan particularmente molestas las críticas que reciben de este multimedio, ( no monopólico por más que el uso de la palabra “monopolio” tenga un significado emotivo tan simpático para la gente), sin embargo, en lugar de dejar de leerlo, como hice yo cuando no me gustaba su línea editorial, se han propuesto destruirlo. Tampoco analizan porqué el mismo gobierno que lo apañó, ahora quiere destruirlo. Y en esto no hay nada de ideología, mal que le pese a los que quieren plantear estas estrategias como ideológicas.
Esta actitud típica del justicialismo, ya intentó ser aplicada en los primeros gobiernos de Perón, cuando prácticamente todos los medios opositores fueron cerrados, expropiados ó incendiados. Al final de su gobierno, solo quedaban dos diarios no oficialistas: La Nación y Ohh, sorpresa, Clarín. Con todos los medios a favor, igualmente el gobierno cayó, cosa que reconoció el mismo Perón en alguna oportunidad, diciendo que con todos los medios en contra, se mantuvieron en el poder sin problemas y que cuando consiguieron acallar a todos los opositores, el gobierno se derrumbó. ( ¿ Será una lección a aprender por los gobernantes empecinados en acallar las voces críticas?)
Con criterio crítico, sin embargo, todas las personas pueden leer cualquier diario o mirar cualquier noticiero, sin ser influidos por los medios. Lo que pasa es que en el fondo, el gobierno quiere que los ciudadanos vean solo la imagen que él trata de instalar.
Pero lo mas grave no es esto. No es tan grave que un medio privado se dedique, según la visión oficial, a agredir permanentemente al gobierno. Uno puede o no consumir ese producto y si suficiente gente deja de consumirlo, el producto simplemente desaparecerá.
Lo grave es que el gobierno, utilice los mismos métodos que critica, para hacer propaganda y lavar el cerebro de la gente, solventado y financiando medios y programas que tergiversan, denigran, mienten y se asimilan sospechosamente al sistema de Goebbels, en el gobierno de Hitler. Y es doblemente grave además porque lo hace con nuestros impuestos. Si no me gusta Clarín no lo compro, pero si no me gusta Tiempo Argentino, Pagina 12 o 6,7,8 igual lo estoy financiando.
Los oficialistas que critican las actitudes de Clarín, en cambio aplauden las mismas actitudes elevadas a la enésima potencia de los medios del gobierno. Esta contradicción para quienes dicen defender la libertad y los derechos humanos simplemente demuestran que estas defensas son una pose, y que nada tienen que ver con la ambición política de quienes tienen y quieren retener a perpetuidad el poder. Quienes en el fondo, sólo quieren una “Cristina Eterna”
Es hipócrita inventarse una realidad y obligar a los demás a financiarla y consumirla. Este es el pecado original de la ley de medios. Lenguaje emotivo con ropaje descriptivo. Es una mala ley, a partir de considerar quienes serán los personajes que la van a aplicar. Y particularmente mala si no lleva incluida la discusión de como se distribuye la pauta oficial que se utiliza para beneficiar a los amigos y perjudicar a los opositores, que para el gobierno son “enemigos”, “destituyentes” o “gorilas”. Siempre lenguaje emotivo destinado a lavar el cerebro de quienes están predispuestos al shampoo, o carecen de la experiencia suficiente para separar la paja del trigo. Quienes ya vimos esta película, sabemos cual es el final. Los que tienen más de 50 y promueven estas prácticas debieran recapacitar y contar aunque sea una vez, la verdad a los jóvenes que los siguen encandilados.
La libertad consiste en poder decirles a los demás lo que no quieren escuchar, y quienes cruzamos los '70 viviendo en la dictadura y no tomando café en los Campos Elíseos,mirando la Torre Eiffel, disfrazados de víctimas de la dictadura, no estamos dispuesto a que cuatro prófugos de la justicia nos autoricen que decir o que pensar, por mas dedito acusador que levanten desde un atril.

Ruben Oscar Tagliaferri
abril de 2011