martes, 15 de marzo de 2011

LOS LÍMITES DE LA CAMPAÑA



¿ Cuáles son los límites que los candidatos no están dispuestos a cruzar en las campañas electorales? ¿ Cuáles son las acciones que despiertan el rechazo del electorado?
Estas cuestiones son básicas en cualquier campaña. La primer pregunta tiene que ver con los valores éticos del candidato. La segunda tiene que ver con la capacidad de razonamiento y conocimiento de los principios republicanos que tenga la ciudadanía.
Los temas cotidianos, los que hacen a las urgencias de la gente, son los mas sensibles a sufrir actitudes demagógicas. Trabajo, vivienda, salud, educación, son siempre campos propicios para el subsidio, la ayuda clientelista, la compra de votos aprovechando la necesidad del votante, la utilización de las instituciones para la campaña.
Hay políticos que tienen mucho cuidado de no quedar pegados a maniobras que la ciudadanía puede considerar electoralistas, y este debe ser un esfuerzo constante, porque ante la mínima claudicación, el límite se va corriendo, hasta terminar por aceptar cualquier maniobra con tal de ganar una elección. Hay otros, en cambio qu no tienen ningún prurito en echar mano de todo lo que pueda acercarles algún voto, usufructuando la errónea interpretación que se hace habitualmente de Maquiavelo, buscando aprobación filosófica para conductas que no tienen ninguna. “ El fin justifica los medios”, implica poner en su real dimensión cual es el fin. Claramente el ascenso o la conservación temporal del poder no puede justificar violar principios éticos y legales. Enmascarar estas ambiciones pedestres, detrás de discursos altisonantes, tipo “ yo o el abismo” solo habla de la inmoralidad del candidato y de la ingenuidad de los que se lo creen.
Estas conductas antiéticas y muchas veces ilícitas, no serían posibles si no existiera una mayoría de los ciudadanos que asisten impasibles, como acciones habituales y aceptadas a esta infame extorsión, que soluciona poco y mal, cuestiones que debe resolver el Estado en forma institucional, a cambio de un apoyo electoral que garantice la conquista o la perpetuación en el poder.
En cualquier ámbito es degradante la existencia de estas maniobras, pero tal vez por ser mi área de trabajo, me resultan particularmente infames las que usan como herramienta la educación, convirtiéndola en vehículo de intereses mínimos y ambiciones mezquinas.
Recuerdo cuando la actual senadora nacional por Santa Fe, en ese momento Directora de una Escuela de Rosario, convocó a una reunión a los padres utilizando el cuaderno de comunicaciones de sus hijos, y una vez reunidos, les informó de su decisión de ser candidata a concejal, y les “pidió” su apoyo. No hubo una declaración explícita, pero estaba claro cual era la amenaza implícita si no obtenía el apoyo incondicional de los padres de sus alumnos.
Recuerdo también cuando un gobernador de nuestra provincia, en campaña para ser electo Senador, en ocasión de visitar nuestra ciudad, se les “aconsejó” a las escuelas que concurrieran al acto en el local partidario, con abanderados, para agradecer la política educativa del gobierno.
Algunas veces, el implicado no tiene noción de lo que está pasando, porque deja el manejo de la campaña en manos de personas carentes de toda moral. No razona que detrás de estas maniobras la gente siempre ve al candidato.
Me imagino que cada uno de Uds. estimados lectores, podrán aportar infinidad de ejemplos de estas maniobras, que en el fondo, están diciendo a gritos que esa clase de políticos tienen el convencimiento de que están conduciendo una manada de borregos incapaces de pensar y reaccionar.
Veremos en los próximos meses infinidad de estos hechos, en todos lo niveles y de todos los partidos. Y en mi fuero íntimo sueño con un pueblo que identifique a los autores, los denuncie y sobre todo los condene a la hora de votar. Ese día habremos dado un gran paso en pos de vivir en una democracia de verdad, y protegidos por una Constitución respetada y temida por los gobernantes de turno.
Por ahora, lamentablemente, seguimos considerando estas actitudes como “ vivezas”, y aplaudimos al que camina por la cornisa de lo legal. Pareciera que la idiosincracia nacional tiene más que ver con aquel viejo sketch de los dos tránsfugas que planifican negocios turbios en un bar, y el mozo, al pasar, los escucha y en lugar de condenarlos, les dice en voz baja: “ No me dejen afuera....”

RUBEN TAGLIAFERRI