sábado, 18 de diciembre de 2010

LA VISIÓN POLÍTICA DEL KIRCHNERISMO

Es dificil entender cual es la visión política de este supuesto neo- peronismo llamado kirchnerismo, si no reconocemos que es una resultante directa de la visión política que enseñaban los montoneros en la década del 70.

No se entiende porque jamás recurren al diálogo, al consenso, justamente cuando la política por definición es consenso, y en lugar de estos métodos prefieren utilizar la fuerza, la prepotencia, el apriete.

Echa luz sobre esta realidad, una nota al pie de Pablo Giussani, en su libro “ Montoneros, la soberbia armada” donde devela el porqué de la prepotencia y la subestimación del adversario. La transcribo a continuación, para que tengamos algunos elementos más para tratar de entender a esta clase gobernante que supimos conseguir.

“ Apriete” sobresale en la jerigonza montonera como una de las expresiones más reveladoras de los sobreentendidos exclusivistas, discriminatorios y aristocráticos que impregnaban las relaciones de la organización con el resto del género humano.

En síntesis, “ apriete” era el nombre que se daba al acto de ejercer presión en forma intimidatoria, pero las circunstancias y modalidades de su utilización denotaban siempre la presencia de dos patrones de medida para evaluar a los miembros de la organización y a los extraños.

En su visualización de estos últimos, aunque se tratara de amigos o de aliados, el montonero sólo percibía deficiencias, debilidades, modos de ser propios de una humanidad subalterna. Montoneros y extraños eran humanidades separadas y en contraste. Entre ambas mediaba la oposición que va del heroísmo a la cobardía, de la fortaleza a la laxitud, de lo excelso a lo excecrable., y sus relaciones recíprocas no podían menos de ajustarse a esta disparidad.

El extraño, el otro, siendo un cúmulo de negatividades, sólo podía ser estimulado en función de ellas a desarrollar determinadas conductas o a produdir determinadas respuestas. Puesto que los otros eran por definición mezquinos, débiles y cobardes, sólo podían ser motivados a conceder favores, considerar propuestas de acción conjunta o concertar alianzas mediante una metodología que operara sobre aquellos defectos. “ Apriete” era el nombre de esta metodología.

Los montoneros, sobre todo tras el deterioro de sus relaciones con Perón, explicaban con frecuencia el asesinato de Rucci como un “ apriete” dirigido al anciano líder para inducirlo a negociar un nuevo trato con la organización. Cuando un comando montonero mató a Mor Roig, los jóvenes radicales que en la Coordinadora de Juventudes mantenían aún su alianza con colaterales de los montoneros, exigieron a éstos una explicación del crimen. La que obtuvieron consistió en presentar la operación como un “ apriete” destinado al líder radical Ricardo Balbín para predisponerlo a observar un comportamiento concesivo en una negociación que el grupo armado planteaba emprender con él.

Recuerdo la reacción de un dirigente montonero al enterarse en el exilio- donde vivía tan compartimentado como en la Argentina- de que el número de su teléfono había sido descubierto casualmente por un extraño. Este, sin embargo, no era un desconocido para el exiliado, de quien había sido inclusive bastante amigo en el pasado. Se trataba además de un hombre conocido por su generosidad, su lealtad, su buena disposición para hacer favores. Había en él, pues, cualidades positivas a las cuales cabía razonablemente apelar para instarlo a no difundir el número telefónico descubierto. Lo que hizo el dirigente montonero fue hacerle llgar por terceros un pedido de discrición, con la advertencia de que podría resultarle peligroso abrir la boca.

Cualquier comportamiento que se pretendiera de un extraño sólo podía obtenerse movilizando cualidades negativas, operando sobre debilidades, ruindades y cobardías. El “ apriete” definía este tipo de relación.

( de Montoneros, la soberbia armada- Pablo Giussani, pag. 74-75, Editorial Sudamericana-Planeta

Esta forma de pensar explica los escraches a periodistas, las falsas denuncias contra políticos de la oposición, las escuchas ilegales, la utilización de información reservada para atemorizar adversarios, torcer voluntades de legisladores para sacar leyes consideradas claves, el impulso de tomas de terrenos, y todas las demas acciones que hemos visto y que se intensificarán en el tiempo que queda hasta las próximas elecciones.

Solamente la desaparición de los espacios de poder de estos militante de la violencia de los 70 hoy devenidos en funcionarios “ democráticos” permitirá construir una verdadera república. Esperemos que las elecciones del 2011 marque el final de este retorno a lo peor de nuestro pasado reciente.