viernes, 7 de julio de 2006

MIENTRAS MAQUIAVELO SIGA ASESORANDO

Frente a la polvareda que levantó el tema de los superpoderes y los decretos de necesidad y urgencia ( el gobierno nunca le perdonará a Cambiasso que haya errado ese penal), algunas fundaciones y organizaciones pro Kirchner han salido a defender al gobierno.
Una de ellas, por ejemplo, eligió elogiar la gestión de Illia en una nota que circularizaron por mail titulada " El otro presidente del 23 por ciento". No hace falta que profundice en la intención del título y el contenido.
Termina diciendo, eso sí, que si alguien no ve el progreso del país, los cambios que se están dando, e insiste en ser opositor, está totalmente loco.
El gobierno defiende su proyecto hegemónico mostrando los éxitos económicos y afirmando que el fin ( que sería el bienestar de los argentinos) justifica que se pasen por alto o se tuerzan algunos principios constitucionales.
Como la falta de memoria es uno de los defectos argentinos, me permito recordar que con esos mismos argumentos Menem utilizó los decretos de necesidad y urgencia, los diputruchos, y la Corte Suprema. Muchos de quienes aplaudieron esa forma de actuar ( Kirchner incluido), después salieron a criticar esas actitudes. Lástima que cuando ellos pasan del otro lado del mostrador, repiten la misma historia.
Alfonsín, por ejemplo, utilizó los decretos de necesidad y urgencia. Con un Congreso con mayoría opositora, produjo 6 decretos de estas características en seis años. Menem produjo uno por semana. Kirchner con mayoría absoluta en las Cámaras esta redactando uno cada 4 días.
El Senado argentino carece de razón de ser. El absolutismo kirchnerista lo ha clausurado para cualquier debate. Baste pensar que si Cristina Kirchner habló durante más de cinco horas para defender la impunidad presidencial, el Senado además de mudo, se ha convertido en un lugar insalubre. Quienes han conocido a Cristina en su tarea legislativa, con discursos preparados por sus asesores, y su absoluta incapacidad de tener una sola idea, saben lo que significa escuchar hablar de nada a alguien durante más de cinco horas.
En fin, es el sino argentino repetir in eternum el mismo camino, repetir una y otra vez la historia hasta que, alguna vez, seamos capaces de aprenderla.

Ruben Tagliaferri

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